La escasez de agua en esta hidrovía, principal río argentino para las exportaciones de granos y derivados, supone costes millonarios para el país sudamericano.
Este invierno se han podido sentir fuertemente en la zona central de Chile los efectos de una sequía histórica, pero estos no son los únicos efectos que deja el ya conocido calentamiento global.
Hablamos del país vecino, Argentina, cuyo principal río para las exportaciones de granos y derivados está prácticamente seco, generando graves problemas en toda la región.
La situación está provocada por las escasas lluvias en Brasil que alimentan la cuenca del Paraná, lo que ha llevado al Gobierno argentino a declarar la emergencia hídrica en siete provincias.
La realidad es crítica, ya que nos encontramos con la mayor bajada del río Paraná en 77 años, aunque se estima que para finales de septiembre podría alcanzar los niveles más bajos de su historia.
Esto está generando pérdidas millonarias para el sector agroexportador, fuente principal de divisas para Argentina, país que, además, se encuentra sumergido en una grave crisis económica desde hace ya varios años.
La gravedad del asunto es que esta falta de agua afecta principalmente a la terminal portuaria del gran Rosario, por donde sale el 80 % de las exportaciones de granos y sus derivados.
Según cálculos de la Bolsa de Comercio de Rosario, las pérdidas económicas se calculan en unos 315 millones de dólares, aunque, si la situación continúa, podrían llegar hasta 500 millones de dólares para finales de este año.
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