Desde hace algunos meses, los principales puertos de Chile son noticia en los grandes medios y no precisamente por algo bueno debido a la escasez global de contenedores se suma el desorbitado precio de los fletes en hasta un 300%.
Esta situación afecta sobre todo a las pymes ya que deben importar sus productos o materias primas, especialmente de China, aunque también ha impactado en quienes exportan por como decíamos la falta de containers.
Por todo esto, encontramos menos de algunos productos en las estanterías y los valores de los bienes importados han comenzado a subir: de hecho alertan que cada vez se podrían demorar más los envíos.
Lo peor de esto es que no parece una realidad que vaya a cambiar en el corto plazo, al menos mientras continúen las sucesivas olas de confinamientos y reaperturas en diferentes momentos y en diversas partes del mundo.
Por si todo esto fuera poco, también hemos visto una priorización de productos considerados de mayor necesidad como los perecederos complejizando más la logística, ya que al no haber contenedores se facilita el uso del “tarro”.
Otro drama asociado es que los importadores deben hacerse cargo de los atrasos de los contenedores por el colapso marítimo y algunos han llegado a pagar alzas de precios de hasta un 400%: algo nunca visto en otras crisis económicas.
En definitiva, si bien los casos de Coronavirus y la economía chilena parece estar recuperándose a pasos agigantados, el tráfico marítimo se encuentra en la vereda opuesta y con pronósticos bastante grises.
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